lunes, 20 de septiembre de 2010

Innovación e creatividad como impulsores del Siglo XXI

Inicia la revolución industrial y se comienza a dejar atrás el valor creativo que cada individuo aporta a la sociedad. Las máquinas, por su efectividad y rápida penetración, logran cambiar el sentido de las cosas, el sentido que le damos a la vida y a nuestro entorno.
Es así como la Europa del siglo XX representa ese poderío de las máquinas que logran conquistar a occidente y ser ellas las impulsoras y gestoras de todo proyecto humano. La ciencia y el conocimiento empírico, basado en la voluntad del hombre por controlar y manejar cada detalle de su vida, dominan el mundo y nuestras vidas.
Se da paso a una explosiva y expansiva globalización empresarial: la aparición de grandes empresas explotadoras de materias primas como la Anaconda Company o de bienes y servicios como Wallmart(bastante años después, pero representativa del concepto globalizador de la economía), configuran un mundo que nos conecta cada vez más y empezamos a mirar la salida a tierras desconocidas, tal como lo hizo el genovés Cristobal Colón en 1492 cuando descubrió América, como un sueño cada vez más cercano que nos puede hacer ricos.
Como reacción a este cambio radical aparecen exponentes de ideas que intentan romper esquemas y que para muchos son líderes: Antonio Gaudí que con su arquitectura intenta devolverle al hombre su relación y conexión con la naturaleza al generar espacios creativos, llenos de detalles y que al preguntarle cómo los había aprendido su respuesta más común fue: "mi profesor era el árbol fuera de la ventana".
Filósofos como Ortega y Gasset que impone el concepto de Hombre-Masa, hijo de una civilización occidental que olvidó el sentido humanista de sus inicios y dejó que entrara con todo su poderío esa tecnología y maquinaria que cambia el eje y funcionamiento de la sociedad convirtiendo a sus individuos en meros oyentes pasivos sin ideas y conformistas.
Gandhi, que con su lema de la "no violencia" logra cambiar la mentalidad de miles de hindúes y abre las puertas a un proceso pacífico de independencia de, en ese entonces, la potencia británica.
En fin, es sin duda una época de alto crecimiento económico y avance tecnológico que se ve desde la penetración de los medios de comunicación en la sociedad civil hasta en la inmigración del campo a la ciudad realizada por millones de campesinos en busca de lo nuevo, del futuro, del trabajo mecánico, calculable, palpable.
Es la era que predijo Niezstche con su "Dios a Muerto", que premia a grandes pensadores que loran mostrarnos de donde venimos y qué somos como Darwin o Eistein. Pero, es, también, un espectáculo que se va olvidando de las ideas y la creatividad, que va dejando de lado toda búsqueda de lo extraño, de lo raro, de lo no previsible, de lo espiritual a pesar de contar con líderes que sí creían en algo no mesurable, en una fuerza superior(como Eistein o Gandhi).
Pero hoy, a comienzos del siglo XXI vivimos una realidad radicalmente distinta. El diseño, pareciera ser el nuevo arte del siglo XXI, las imágenes, los sonidos y los colores se toman los logos de grandes compañías, el "brainstorming" es uan de las prácticas más esenciales de toda organización, la generación de nuevos mercados y el adaptarse de diversas maneras a sus necesidades, con proyectos innovadores es una necesidad. El mundo se está volviendo más humanista. Así como la ciencia dominó el siglo pasado, la creatividad, el entendimiento del comportamiento humano(la cantidad de antropólogos que están siendo captados por grandes multinacionales es un ejemplo de esto) están armando un mundo diferente y que, en unos años más va a ser aún más fascinante.

Hagámosnos parte de estos 200 años

El bicentenario no es sólo nuestro, sino de América Latina. El continente entero se prepara para la celebración y todavía no sabemos a ciencia cierto qué somos y hacia dónde vamos.
Si el historiador Samuel Huntington dijo que quienes liderarán el futuro serán las civilizaciones vale la pena continuar la búsqueda de esa civilización que nunca fue: la latinoamericana.
Todo parte por identificarnos con aquellos hombres o mujeres que nacimos en las tierras del Amazonas, a los pies del volcán Cotopaxi, a la orillas de la playa de Cartagena, a kilómetros de las ruinas aztecas, en el desierto de Atacama o cualquier punto de nuestra región.
Teniendo aquella respuesta podremos entender de dónde venimos, si somos descendientes de europeos, indígenas o africanos y sacarle valor agregado por igual a cada factor cultural que poseemos. Allí está la diferencia y nuestro poder, nuestra posibilidad de mostrarnos distintos al resto, unirnos y luchar contra el subdesarrollo.
A principio de 1800 lo hicimos y ganamos. Ahí, teníamos un deseo en común: la independencia. Hoy aquella unión parece estar representada por un socialismo liderado por Hugo Chávez, seguido por presidentes como Evo Morales y Rafael Correa. No nos quedemos pegamos en una ideología y aventurémonos como chilenos y latinoamericanos a lo que vendrá.
Leamos la Gatopardo o Etiqueta Negra y conozcamos lo actual y real de nuestra sociedad latinoamericana, analicemos los escritos de Gabriel Garcia Marquéz para entender la magia que nos rodea. Gocemos con el amor de Mario Benedetti. Conozcamos la obra de Vicente Huidobro para entender 100 años de Chile.
Entendamos la razón de ser de Usain Bolt, Pelé o Maradona. Admiremos los diseños brasileños de H.Stern o Colcci como los jarros diaguitas o esculturas Incas. Aprendamos de arquitectos como Oscar Niemeyer o Solano Benítez, pero sobre todo, viajemos, movámonos en todo sentido.
Visitemos los canales del Pantanal en Brasil, la montaña Los Refugios en Perú, el río Cahabón en Guatemala, el selvático Monteverde de Costa Rica o abramos los ojos a lo más moderno y lujoso de nuestro continente como el Hotel Faena de Buenos Aires o el Emiliano de Sao Paulo. Pues, América Latina no es pobre o rica, no es blanca o negra, es mezcla y mientras no la entendamos en su totalidad y aceptemos cada arista de lo que somos, no podremos competir ni sobrevivir. Como señala el periodista Thomas Friedman, en esta época todos debemos ser “intocables”, distinguirnos del resto, ser los mejores. Pues, es esta “tierra plana”, nada más nos hará más fuertes que ser nosotros los especiales, los diferentes.“
En el 2010 Chile celebra 200 años desde el inicio de nuestro proceso de independencia, así también ocurre con países como Argentina o Colombia. Pero, lo importante es que de aquí en adelante nuestros vecinos comenzarán, al igual que nosotros, a celebrar su liberación. Aprovechemos este verano para abrir los ojos a lo que nos rodea y adentrarnos en nuestro pasado para poder entender el presente y triunfar en el futuro.

viernes, 3 de septiembre de 2010

Tras John Cena y el Rey Murciélago


Chicas llevan cartografías tamaño real de luchadores para sus piezas. El todo vale es un hit en los dos negocios de fanáticos de la UFC. Aquí, el reino de los titanes del ring chileno, los vedettos, las minas pitiás y los tatitas verdes.

El Eurocentro es como un video juego de los 90 donde colegiales y patotas con zapatillas grandes, de marcas, se entremezclan con ejecutivos en busca de una pulsera de Metallica, un tatuado multicolor o una máscara del Rey Murciélago. Es el juego de las tribus urbanas del 2000. Se desordenan el pelo a tajazos y cambian su mirada con lentes de contacto norcoreanos marca “Look at me” que compran en la peluquería “Tutty Barato”.
Es como una consola de Super Nintendo queriendo ser Playstation. Sus escaleras mecánicas suenan, los espejos del techo acentúan las baldosas sucias y las paredes de vidrio grafiteadas. Pero este edificio de Ahumada tiene las últimas pistolas para Wii, estuches fosforescentes para Blackberries junto con bototos góticos estilo Lisbeth Salander.
Suena un rock. Las manos de un joven moreno, con dreadlocks hasta la cintura y un collar de conchas blancas ajustado al cuello, estilo hawaiano, arreglan un hardware. Una pantalla muestra “Resonance of fate” subtitulada y en el primer piso 8 hombres sintonizan una pelea de la WWE en un plasma de la vitrina “Mark Planet”, repleta de figuritas de lucha libre. Se quedan atónitos frente a golpes ficticios que gringos se dan a miles de kilómetros de aquí. El local 102 trae cinturones con diamantes, mejor conocidos como títulos de los Championship Deluxe, que se colocan musculosos reyes del ring como John Cena. Los venden a 380 mil pesos. Importan de México y Estados Unidos figuras de cartón tamaño real de campeones de lucha libre y las venden a chicas que, de la mano de sus padres, pagan más de 30 mil para tener a Undertaker o Batista en sus piezas.
La clienta favorita del dueño del local es una señora de 70 años. Cada quincena aparece tras la novedad de la WWE. Su familia le compró toda la temporada y se encierra a ver las peleas. El dueño ríe al contar esta historia, luego saca una máscara de lucha mexicana original que supera los 14 mil pesos y la pone al costado de las pirateadas, que vende como pan caliente. “Esta es la máscara del pueblo. Se las vendo a los vedettos, en especial a los negros”.
“Mark Planet” mantiene dos locales en el Eurocentro y se caracteriza por tener productos originales como poleras, cinturones, máscaras y todo tipo de accesorio que fanáticos compran para usar en ligas clandestinas de lucha “todo vale”, o las llamadas UFC. Este tipo de lucha en donde todo está permitido, menos morder y pegar en los genitales, ha alcanzado más popularidad que el show de lucha libre de la WWE que pasa la TV abierta.
Todas las tardes, con cierta vergüenza, aparecen encogidos de hombros, aquellos que no andan tras las máscaras de lucha libre del campeón mexicano, El Rey Murciélago. En voz baja preguntan a Juanita, la vendedora: "tiene...tiene de esos videos..." y ella, haciéndose la lesa, deja que piensen y se sientan incómodos por unos segundos antes de asentir con la cabeza y entregarle un par de cintas de lucha libre femenina para que se encierren en sus cuartos y gocen, como de costumbre, otra pelea más. Son los llamados "tatitas verdes".
Dentro de los locales está la acción. El plasma se mantiene encendido todo el día. Ahora muestra cómo un joven americano desangra a codazos el rostro de su contrincante. Los clientes gozan con la lucha libre de titanes, pero Juanita, no. Aunque lo que más le molesta es otra cosa, las mujeres que llegan a su local buscando lucha femenina. “Las minas que compran acá están pitiás. No son normales. Es un amor, fanatismo, tan grande que es irreal”.

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