domingo, 16 de mayo de 2010

Sin comunicadores y con Tsunami

Menos de una hora después del terremoto 8.8 grados en la escala Ritcher, el quinto de mayor magnitud registrado por la humanidad, comenzaron a publicaciones en Twitter, Facebook y, por cierto, otros medios de comunicación. Se debatía sobre la magnitud del movimiento telúrico, de la falta de comunicación con Chile y entre los propios chilenos, de los cortes de luz y las víctimas, pero sobre todo se esperaba la llegada de un tsunami a la zona.
Miles de personas dentro y fuera de Chile debatían sobre la posibilidad de un maremoto en las costas de toda la zona centro y sur del país, pero nadie tenía la certeza de que esto se produjera. No obstante, el sentido común de todo chileno hizo que muchos corrieran a los cerros y se salvaran de las olas de más de 20 metros que llegarían a varias zonas del país.
El Servicio Hidrográfico y Oceanográfico de la Armada (SHOA), “organismo técnico que actúa como representante oficial de Chile ante el Sistema Internacional de Alarma Tsunami del Pacífico” administran el Sistema Nacional de Alarma de Maremotos (SNAM), que tiene como finalidad hacer llegar a las autoridades información sobre la posible llegada de un tsunami a las costas chilenas luego de un sismo.
Gracias a la comunicación constante con el Pacific Tsunami Warning Center(PTWC) y el United States Geological Survey(USGS-NEIC) pueden en menos de 15 minutos contar con la información que les permite evaluar si hay o no alerta de tsunami.
No obstante es la Organización Nacional de Emergencia, ONEMI, a través del Centro de Alerta Temprana(CAT),la que tiene la misión de informar y difundir a la población la llegada de un tsunami. Son ellos los que deben de proteger a los civiles ante un posible maremoto basándose en lo dicho por el SHOA. Ahora, en el caso de que no existiese comunicación con el SHOA, ¿qué debería de hacer la ONEMI?
Según el manual “Metodología básica para la elaboración de un plan comunal de prevención y de respuesta ante Tsunami”, promulgado por la ONEMI el 2001: “ deberá bastar la ocurrencia de un sismo local de gran intensidad, para
declarar la Alerta Roja, que de manera Natural deberá activar al Sistema de
Protección Civil y a la comunidad, a aplicar el Plan de Emergencia en su fase de Evacuación hacia zonas seguras”. Por lo tanto, sin o con el SHOA, la ONEMI debe de dar la alerta.
Hoy, el debate en Chile sobre quién fue el culpable de no informar a la población sobre la llegada de un tsunami, es difícil de solucionar, sin embargo existen hechos y documentos de aquel 27 de febrero que comprueban la falta de liderazgo político(sea por descordinación, miedo a equivocarse cuando faltaban pocos días por dejar el mando o estrategias de comunicación política) que impidieron el rápido accionar de las autoridades.

A las 3:51, 17 minutos después de ocurrido el terremoto(3:34 am), el SHOA envía vía Very High Frecuency (VHF) el siguiente mensaje a la ONEMI:

“OMEGA 0 DE SHOA: ALERTA DE TSUNAMI EN CURSO.”


El fax fue recibido por la institución estatal ya que se encuentra registrado.
A las 4:07 se vuelve a enviar otro mensaje de alerta de Tsunami, vía fax a la ONEMI y a todos los integrantes de la red Genmercalli (generales y autoridades marítimas). A las 4:56, luego de un análisis del Director del Shoa, Mariano Rojas Bustos, la alerta fue cancelada. ¿la razón?
Según los análisis de mareas de la Red de Estaciones del Nivel del Mar en los puertos de Valparaíso, Talcahuano, San Félix y Juan Fernández, sí existían “variaciones anormales” en el nivel del mar, sin embargo se creía que tendían a disminuir. 35 minutos después de la cancelación, llegaría otro informe de la misma red con datos radicalmente distintos que si se hubiesen tomado en cuenta, probablemente, se habría mantenido la alerta de tsunami.
Paralelamente, a esas horas de la madrugada, se creí que el epicentro había sido a 55 km de profundidad y no a 35 km como luego se comprobó. La importancia de este dato radica en que un tsunami sólo se genera si el epicentro ocurre a menos de 60 km de profundidad. Es probable que el director del SHOA haya realizado el siguiente análisis: “si el epicentro es a 55 km, osea casi 60 km, es probable que no ocurra un tsunami..”.
A las 4:45, antes de cancelar la alerta de tsunami, el SHOA recibe la siguiente información de parte del PTWC, a través de su boletín Nº002: “Las lecturas del nivel del mar indican que se ha generado un tsunami. Puede haber sido destructivo a lo largo de las costas cercanas al epicentro y puede también ser una amenaza para costas más distantes”.
El SHOA, que tiene una labor técnica, tal como señala el informe que realizó la comisión investigadora de la Cámara de Diputados el pasado 22 de marzo “promulgó la Alerta de Tsunami a la ONEMI a las 03:51 horas, utilizando
el equipo de VHF y posteriormente a través del fax a las 04:07 horas. Su
cancelación se produjo, también por VHF, a las 04:56 hrs., es decir, 1 hora y 5
minutos después de haber sido promulgada”. Esto demuestra que la ONEMI, junto con las autoridades del gobierno responsables tuvieron más de una hora para emitir la alerta de tsunami. Si es que no hubiesen tenido esta información, según lo establecido el manual del 2001 el aviso para evacuar a la población de las costas debería de haber sido dado de igual forma.
Aquí no hay un solo culpable, sin embargo, existe una responsabilidad mayúscula de las autoridades del gobierno que debieron emitir la alarma de igual modo.
En el video hecho público a fines de abril, se da a conocer la situación de confusión y falta de información que se vivía en ese entonces, no obstante se refleja también una falta de autoridad y de decisión gatillada por el nerviosismo provocado por el terremoto, pero sobre todo, por una inseguridad política del no saber qué decisión tomar para no terminar un mandato en las ruinas. No obstante, esa demora, probablemente empujada por la falta de un estratega comunicacional que guiara el actuar de un gobierno que traspasaría la banda presidencial a otra coalición, pareciera haber sido preparada inconcientemente por los propios miembros de un gabinete que, por un lado, critican(con cierta razón) a la armada al tiempo que siguen sus órdenes de cancelar el tsunami. Hay un doble discurso que se deja ver en el mismo video cuando la presidenta crítica a los marinos por no entregar información 100% confiable.
Esta lentitud de reacción que provoca la muerte de miles de chilenos, ocurre también durante las horas siguientes al sismo cuando, estando los militares ya formados y listos para salir a al calle, el gobierno no emite la orden hasta el día domingo 28 cuando los saqueos y anarquismo generalizado lo obligan a actuar. En este caso específico, no existe escusa para no dar la orden. Todos sabemos que ante una catástrofe de tan nivel, sea cual sea el país, aparece el descontrol general que acaban en saqueos generalizados.
La Concertación realizó grandes logros para nuestro país, integró a una economía de mercado un sistema de amplia protección social. Realizó una transición necesaria y valorada por millones de chilenos, sea cual sea su color político. Sin embargo, atrás de esos logros siempre se pararon grandes estrategas comunicacionales como Eugenio Tironi o Juan Carvajal que lograron posicionar a este conglomerado y muchos de sus actores como grandes líderes de cambios en nuestro país y región. Ese 27 de febrero, a las 3:34 am, muchos de esos estrategas no estaban al lado de Bachelet y menos de un gabinete disperso y sin mucha información. Ese fue el día en que la concertación estaba sin comunicadores y, lamentablemente, la vimos caer.

lunes, 3 de mayo de 2010

Selección Brasileña sub 20:Lluvia
de Dios



22 de Noviembre 2008

A las 7:30 a.m. empieza la música. Como siempre, proviene de la habitación 760. Allí dentro cuelgan de las paredes cartulinas con oraciones, frases bíblicas, una foto de Pelé y el distintivo de Santos Fútebol Clube. En todo momento la televisión está encendida mostrando al próximo rival.
-Ainda bem que vou morar no ceu!(¡Por suerte que voy a vivir en el cielo!) –canta Cleiton Lima a viva voz mientras se coloca una de las poleras de la CBF(Confederación Brasileña de Fútbol): ayer fue la blanca, hoy le toca azul.
A sus 34 años, lleva seis como técnico de selecciones femeninas de fútbol partió entrenando al equipo de Santos, hoy dirige a la sub 20 de Brasil. Sale de su cuarto hacia el pasillo del séptimo piso del Hotel Frontera. De su cuello cuelga una cruz hecha de piedra blanca y la estrella de David que lleva tatuada en su gemelo izquierdo, hace juego con la que tiene dibujada a lápiz pasta a un costado de su pulgar. Una vez frente al elevador, saca su sagrado plumón azul y coloca sobre la lista que está pegada frente a él, a un costado del elevador: "Sólo Jesús, sólo él (Hechos 2)". Todos los días, escribe algún versículo de la Biblia sobre aquella hoja titulada: Mensaje del día.
Pasadas las 8:00 a.m. todos comen pan con queso derretido, fruta y, las jugadoras, beben proteína líquida en el salón Trancura. Desde fuera del salón se escucha una voz ronca que canta:
-Eu acredito na rapaceada…(yo creo en los jóvenes). Es Joao quien con sus más de 60 años, es el jefe de toda la delegación.
Joao entra al salón, se acerca a Elizabet, una de las mozas. Toma su mano y la acerca a su boca y le da un beso y tomándole el hombro dice:
-Déjeme hacerle una pregunta, ¿usted es una mujer comprometida?
Elizabeth ríe nerviosamente y no responde. Joao, sonriendo, se toca con la mano el corazón y hace una reverencia. En ese momento, Navarro, el entrenador de arqueras de la selección, de 28 años, se levanta de su puesto y se acerca a Elizabet. La mira y le muestra su dentadura con frenillos azules. Ella ríe con fuerza, encogiéndose, dando a conocer a toda la sala sus grises frenillos. Navarro, vuelve a señalar con un dedo sus dientes y acerca su rostro a centímetros del de Elizabet forzando una grana sonrisa y tomándole ambas manos como si se conocieran de toda una vida.
-Olhos! Olhos!(¡Ojos! ¡Ojos!) –grita Joao a Gastón, un mozo turnio del salón.
Gastón se acerca y Joao le pasa una bolsa de arroz integral:
-¿Crees que hay posibilidad de que me cocinen para la noche este arroz?
-Sí, ningún problema –interrumpe Santiago, encargado de cocina.
-Joao, nos convidaron a jugar un partido de fútbol a las 8 P.M. con el personal de la FIFA hoy en el estadio, ¿crees que podemos ir? –dice Cleiton.
-¿Pero, no hay entrenamiento hasta las 7 P.M. hoy? –pregunta Joao
-Sí, pero alcanzamos a llegar al partido –responde Cleiton.
-No, no alcanzan –finaliza Joao.

Instituto Claret

El reloj marca las 10 A.M. cuando las 21 jugadoras se comienzan a vendar ambos tobillos y colocar sus toperoles en la cancha del colegio Instituto Claret a las afueras de Temuco.
-Por tirar fuertemente la camiseta: tarjeta amarilla y US$500 dólares de multa –explica Erika, la capitana.
-Cada tarjeta roja son más US$600 de multa –le sigue Francielle.
Las jugadoras callan y todas giran la cabeza y fijan sus ojos en una de ellas, como si lo hubiesen practicado, todas gritan: "Ae María! Ja viu!"
-¡Wow, que bacanes! –exclama Viví al recibir sus nuevos guates de arquera, luego se acerca a una compañera y metiendo los dedos dentro de una pequeña abertura de plástico duro que posee el guante, explica:
-Mira, aquí se mete el fierrito.
-¿Cómo fierrito? –pregunta su compañera.
-Para evitar que se doble la mano, cada arquero utiliza un fierro o pedazo de madera que va inserto dentro del guante –responde Viví abriendo, aún más, sus grandes ojos azules.
-¿Viste la trancada que le di a la noruega? –dice "Cala", con sus ojos delineados con lápiz negro, mientras se saca las dos grandes argollas que cuelgan de sus orejas. Siempre anda producida, no por nada estudia periodismo televisivo en su ciudad natal, Amapá, en el estado de Amazonas.
-¡Sí, pero te pasaste! –responde Gislaine, estudiante de educación física 20 años.
-Ayyy…¡qué exagerada! –exclama Cala.
-No, no es exagerada, la podrías haber quebrado a la niña –dice Gislaine.
-Ya, ya…pero no puedes decir que no estuvo buena –continúa Cala.
Gislaine da media vuelta y la deja hablando sola.
Cuando son las 10:30 en punto todas las jugadoras se dirigen al centro del campo de entrenamiento y, junto al resto del cuerpo técnico, se abrazan y comienzan a orar en voz alta. Cinco minutos después todas corren, ordenadamente, tras una pelota, mientras Cleiton grita:
-¡Cuidado con las noruegas. Saca la pelota de las noruegas, vamos!

Conquistando a la FIFA

El reloj marca las 11 A.M. y se da comienzo a la reunión de coordinación del partido Brasil vs. Noruega. Yolanda, la encargada general de la FIFA en Temuco, luego de explicar en inglés y español con su acento costarricense el cómo se saludarán los equipos antes del juego, le clava los ojos a Joao. Éste le responde con otra mirada y una pequeña sonrisa y ella se lleva dos dedos hacia sus ojos, formando una "y" con ellos y luego lo apunta con ambos como haciéndole ojito mientras la directora de los árbitros, una nigeriana, rechoncha y con pelo corto a rulitos revisa los trajes de las noruegas.
Jinta, una de las coordinadora FIFA, toma la palabra:
-Finalmente, sólo queda comprobar si el himno y las banderas están bien – dice mirando a la gran bandera de Brasil que está expuesta frente a ella, colgando de la pared de la sala.
Joao, sin levantar la cabeza, continúa escribiendo unas pocas palabras en su bloc de notas, a penas escuchando al resto de la sala.
-¿Está todo bien con las banderas? –repite Jinta.
-Joao, preguntan si están bien las banderas –le digo acercándome a su oído y esperando un "no problem" que salga de su boca.
-mm…dile que hay un problema. Le faltan cinco estrellas más a la bandera --dice tocando con su dedo las cinco estrellas bordadas en su polera de la comisión brasileña.
-Joao dice que a la bandera le están faltando cinco estrellas –repito en voz alta.
A Jinta se le deforma la cara. Percibiendo que no entendieron el chiste digo:
-Está bromeando.
Todos ríen, al mismo tiempo, menos Joao, que espera unos segundos antes de lanzar su fuerte carcajada y repletar la sala de sonidos agudos estilo: ¡jijijijijijijiji!
A las 11:40 A.M. acaba la reunión y todos se dirigen a la salita del café y galletas.
-Acuérdese que cuando yo vaya a su casa en Brasil voy a ocupar hilo dental y voy a quedarme por 6 meses hasta mi cumpleaños número 50 –dice Yolanda a Joao, al tiempo que da pasitos con sus pies de abajo hacia arriba en su intento por pegarse una sambada.
-Si, anda, pero –se acerca a Yolanda –tienes que llamarme de "Don Joao".
-¡Ay Joaito! -dice ella.
-¡Sí, porque mi señora es celosa! –responde él.
Y comienza la fiesta. Ambos empiezan a hacer una mini representación ante cinco delegados FIFA de diversas partes del mundo que los miran entre risas y desentendimientos.
Yolanda hace una reverencia, con bastante distancia de Joao y exclama: "Bom dia, dom Joao"
-Bom dia Sr. Yolanda, durmió bem? –responde él.
-Muito bem, obrigada –le sigue Yolanda.

27 de noviembre -Partido

-Aquí sale toda mi información: nombre, apellido, RUT y grupo sanguíneo. Uno nunca sabe lo que puede pasar y mejor estar prevenido –dice Joao mientras agarra con una de sus manos la placa metálica que cuelga de su cuello.
Hace unos años se la mandó ha hacer a una feria en Río de Janeiro, su ciudad natal y hoy la lleva en todo momento, hasta cuando vamos camino al estadio con toda la delegación a disputar nuestro penúltimo partido. El reloj marca las 2 P.M.
Van en llantos
-Vuelve con las dos jugadoras y el doctor que están en el doping –dice Joao antes de retirarse del estadio luego del 3 a 0 frente a Noruega que dio la tercera victoria consecutiva a la verde-amarella.
Me dirijo al VIP y recojo a Ana Paula y Pauli, las dos jugadoras que por sorteo debieron de realizar el doping hoy y camino junto al doctor de vuelta a la van que nos llevará al hotel. Siento disgusto porque una hora atrás recibí un grito de parte de Joao, que nada tenia que ver conmigo y que, a pesar de la paciencia que tengo, no soy de piedra.
Camino con la cabeza en alto y a pasos largos, sin, en ningún momento mirar para atrás. Mis ojos brillan y aguanto con todas mis fuerzas no ponerme a llorar. Sé que si hablo exploto en llantos. Si es que antes me parecía largo el túnel que lleva al estacionamiento, ahora es eterno.
-¡Oh Carol! Porque nos sacaste del VIP, Carol -dice el Doctor
-Sí Carol, porque nos sacaste del VIP –continúa Ana Paula
-¡Quedémonos en el VIP! -Le sigue Pauli.
Entre risas y con un tono, que sé que es para apoyarme, porque en estas tres semanas algo me han conocido y saben que bien no estoy, intentan hacerme reír.
-Carol, ¿Sabes dónde hay baño? –pregunta Pauli.
-Mmmm aquí….- digo apuntando a cualquier puerta para no tener que decir: "no sé, pero creo que aquí hay uno", pues entre más palabras diga, más rápido lloraré y, odio llorar.
Llegamos a la Van, sin que Pauli pudiese ir al baño. Cristián, el chofer, nos espera. El reloj marca las 9 P.M.
Me siento y el doctor me estira su mano y dice:
-¡Choca aquí Carol!
Doy una palmada en su mano y al tiempo que escucho el sonido del golpe de ambas palmas, estallo en llantos.
Sigo llorando con todo como si me desahogara de todos os malos momentos y stress posibles.
Ana Paula, quien es la tercera arquera de la selección brasileña, me acaricia y dice, al igual que los otros: "¡nao chore carol, nao chore!"(¡no llores caro, no llores!).
Intento forzar una sonrisa pero me es imposible. Este es mi momento de liberación.
-Joao le dijo a Erika que no podíamos salir de las piezas y teníamos que mantener las cortinas cerradas –dice Ana Paula.
-Carol, a mi me pasa lo mismo. Escucha, esta es mi quinta vez trabajando con la selección en todas ha sido lo mismo: primero uno hace todo mal, nunca eres bueno, y después, cuando Brasil sale campeón todos dice: este es el mejor doctor del mundo, estas son las mejores jugadoras, esta es la mejorar attache –repite el doctor. Luego se inclina hacia mí, y dice:
-olha para meus olhos Carol. Eles nunca vao achar que voce e perfeita, nunca. Fique tranquila, é so depois que eles vao a dar conta do que voce é: FIQUE TRANQUILA (Mira mis ojos. Ellos nunca te van a encontrar perfecta, nunca. Quédate tranquila, es sólo después que ellos van a darse cuenta de lo que tú eres: QUÉDATE TRANQUILA).
-Relaxe Carol, relaxe – le sigue Pauli.
El reloj marca las 9: 16 P.M.

Relevación de Joao

Pasadas las 10 p.m., una vez de vuelta en el Hotel, Joao me llama a su pieza, como siempre pienso que es para entregarme el valor de las "diarias" que se le pagan a las jugadora durante cada nueva fase del torneo. Voy a su pieza y me lo encuentro en el baño con toda la cara blanca.
-Estoy probando la nueva crema que compramos ayer, esa para la piel –dice.
-Ha, bien…-respondo.
Luego de que se limpia la cara continúa:
-Haber, toca aquí –señala su cachete con algo de barba.
Me acerco y con un dedo toco su cara y digo:
-Ha, sí está suave, buena la crema.
Un minuto después sale del baño y se dirige a su cuarto. Se sienta en la cama y pregunta:
-¿Por qué estuviste llorando hoy?
Algo nerviosa le respondo:
-Ha, no sé…porque me estresé.
-Hija, no se estrese. Ven aquí –me llama a su lado.
Me acerco y, haciéndome cariño en la cabeza me cuenta:
-Fútbol es así. Siempre todo es para ayer…yo me enojo a veces, pero soy así porque tengo muchas responsabilidades y cualquier error que ocurra a mi me va a llegar.
Lo miro a los ojos y los tiene llorosos, así como cuando me contó que la última vez que estuvo en Nigeria salía a darle comida a los niños en la calle que morían de hambre y se le enrroscó la nariz y salió una lagrima de su ojo.
Después, me mira a los ojos y continúa:
-Mi mamá tiene tus mismo ojos…Nossa, cómo me acuerdo a mi madre cuando te veo. Ella está tan vieja ahora…tan mal.
Joao, como si fuese un niño, agacha la cabeza, se saca los anteojos y me abraza, como buscando protección. Puedo percibir que está agotado y que durante todo este 2008 ha estado solo, sin nadie a su lado que lo ayude, extrañando a su mujer, hijos y nietos, en cada uno de los torneos que ha liderado, que van desde la copa Sudamericana de Fútbol Femenino, los amistosos con la selección masculina de fútbol y las Olimpiadas en Beijing, ha intentado hacer todo perfecto, al igual que en este mundial.
-No hay cosa mejor en esta vida que estar con la familia. Ayer, mi hijo que es pastor evangélico inauguró su primera iglesia y yo no estaba ahí –dice Joao.
-Bueno hija…vaya a dormir.
Me levanto y abro la puerta para salir del cuarto cuando escucho:
-Hija, perdón.
Cierro la puerta y me voy a dormir. El reloj marca las 11:50 P.M.

30 de noviembre

-Si Dios quiere y nada ocurre te voy a llevar conmigo ala copa del mundo en Alemania 2010: "vou trabalhar com a Rossi" --dice Joao.
-Mmm…bueno, sí yo feliz –respondo.
-Vas a ser la Attache en Alemania –continúa él.
-Mmm, pero Joao creo yo que convine más que trabaje junto a ti en el área administrativa y tengamos una attaché alemana porque ella va a poder manejarse mejor con la organización del comité local: además, yo no hablo alemán.
-No no…no me van a poner una alemana ahí….si no habla portugués…porra…-dice Joao.
-Pero, voy a pedirte un favor –dice Joao.
-¿Qué? –pregunto.
-Que cuando llegues a Alemania y yo vea a la Rossi te pegues una engordada…así un poco, no como hipopótamo, pero como hipopotaminho -responde Joao.
-Mm, no…-digo.
-Ha y otra cosa -continua Joao al tiempo que se acerca como un padre a su hija…me toma el hombro y me dice moviendo la cabeza de abajo hacia arriba, lentamente: Filha, porfavor, pega um pouco de sol.


1 de diciembre- Samba con canilleras


Dos horas antes del partido, cuando son pasadas las 5 P.M., en el bus que se dirige al estadio Germán Becker de Temuco:
Erika, comienza a pegarle al asiento con una de sus canilleras, el resto la sigue y se forma un ritmo de samba y todas juntas cantan: Eu vou dancar na chuva! Vou dancar na chuvaaaa!Canción que les enseño Cleiton y que hace referencia a la "lluvia de Dios en la tierra". Una vez fuera del estadio se detiene los cantos, las jugadoras se vuelven a colocar sus MP4 y bajan, lentamente del bus, pasando entre los periodistas en dirección al camarín.

Diarios Murales:

Cleiton presiona con ambas manos un papel blanco con mensajes escritos por él que pega con cinta adhesiva a un costado del camarín. Al acabar saca otra cartulina más para poner al otro costado del camarín, así va…entre cartulina y cartulina llenando la sala, que unos 7 minutos después parece más bien un pasillo colegial repleto de diarios murales.

Deus é fiel

15 mil personas esperan. Cleiton da palmaditas con sus pies a la valdosa del camarín. Encurbado en una de las bancas, mira hacia el suelo. Se agarra la cabeza con ambas manos y comienza a recitar: Solo tú, sólo Jesús...ayúdanos señor, ayuda…
Su murmullo se confunde con los gritos de Edson, el preparados físico que proviene de la zona de calentamiento, a un costado del camarín. Allí, sobre pasto sintético las 21 jugadoras dan pequeñas corridas sin mostrar cansancio alguno.
-¡Ay Profesor! No me da estoy en mis días…-se queja Erika entre risas.
15 minutos después entran al camarín. Se cambian las zapatillas por toperoles, las poleras azules por la verde - amarella y una a una se van pasando una cinta adhesiva blanca que se pegan, como si fuese una pulsera al brazo derecho. Luego, en fila, cada una espera a que Cleiton, su entrenador, escriba con un plumón negro el pensamiento del día. Hoy es: "Caerán los gigantes"(Hechos 2)
Faltando menos de 10 minutos para el inicio del partido, los siete miembros de la comisión abandonan el camarín y quedan las jugadoras solas.
-Vou danzar na chuva! -grita Janaina mientras se termina de abrochar sus toperoles.
-Vou danzar na chuva! –responde, más fuerte aún Joseane dando un salto con las manos al aire.
-Vamos danzar na chuva! –gritan todas al tiempo que se unen en un circulo y comienzan a girar cantando.
Luego de un minuto paran de saltar y se abrazan entre todas, presionando fuertemente los hombros de sus compañeras Erika, toma la palabra:
"O Brasil e nosso, nao é alemao! Nosotras podemos, nosotras somos una , una unión, hay que mantener la tranquilidad y mostrar nuestro juego el brasilero. Vamos meninas, Vamos…"
36 minutos después:
-¡Goooool! –gritan los 15 mil espectadores.
Adriane, "Nene", corre hacia la banca, tras ella la siguen sus compañeras. La comisión técnica se abraza y Navarro, levanta a Cleiton. Éste eleva sus manos hacia el cielo y grita con toda las fuerzas de sus pulmones: "Ora a Deusssssssssssssssssss!"

El médico que detuvo la guerra

En 1966 las canchas de fútbol se tiñeron de alegría, con un mundial. En la mina de El Salvador se bañaron de sangre con una toma. Aquí la historia del día en que el doctor Samuel Pantoja abrazó la paz con un grito y, de paso, inmortalizó su nombre.



Dos taxis en caravana: frenazo. Uno de ellos se detuvo. Se bajó el chofer. Se acercó a la ventana trasera del segundo auto y miró al interior fijando los ojos en Samuel, de 37 años. Él era médico y recorría junto a sus colegas de la Clínica Las Condes la ciudad desértica donde creció: El Salvador. Era noviembre de 1999 cuando el taxista le preguntó:
-¿Usted es Pantoja?
-Sí –respondió Samuel.
-¿usted es hijo del doctor Samuel Pantoja?
-Sí, ¿porqué? ¿qué pasa?
-¡Su papá es un héroe! –dijo el taxista mientras lo obligó a bajarse del auto para abrazarlo.
Samuel se quedó tieso y sólo atinó a mirarlo a la cara y preguntarle: ¡¿Cómo?! ¡¿Porqué?!

Más que una simple madrugada

Eidry, de 8, años se levantó. Eran las 6:50 a.m. y diez minutos más tarde, cuando a miles de kilómetros de distancia Andy Warhol creaba el “pop art”, ella hoy recuerda haber bebido leche holandesa y comido “Corn Flakes”. Nunca faltaba aquella caja con el gallo verde de Kellogs. Todos los días en el “Staff School”, un pequeño colegio para los hijos de altos ejecutivos de Anaconda Company, se premiaba con una estrella a los niños que la consumían. Así lo recuerda Eidry, quien hoy tiene 50 años.

Andriana Contreras y Samuel Pantoja, los papás de Eidry, se levantaron, como de costumbre, a la misma hora aquella mañana del 11 de marzo: 7 a.m. Para ninguno de los dos esto constituía un esfuerzo. Ambos tenían 30 años y llevaban 10 casados. Estudiaron carreras científicas en la Universidad de Chile, ella químico-farmacéutica y él medicina. Llevaban cuatro años viviendo en El Salvador. Samuel estaba a cargo del hospital y Adriana, la “gringa” como la conocían, de la farmacia. Si en la universidad estudiaban juntos, pero distintas materias, ahora trabajaban juntos, pero en distintas áreas.

Como de costumbre, Samuel tomó una taza de café y ella de té. Adriana recuerda que ese día llevaba el pelo tomado, mientras que Samuel apenas se peinó. Tenía bigotes que se había dejado crecer durante sus años de juventud. Como buen descendiente de los moros de España, aquella mancha negra que llevaba sobre la boca le otorgaban aires de autoridad. Vestían siempre de blanco y eran los únicos, junto con la familia del geólogo Álvaro Soubirón, que vivían en el lado americano, los únicos chilenos en el oeste de El Salvador.
Oeste y Este, así se dividía aquel pueblo minero de la Tercera Región de Atacama, a 2.600 metros de altura y a 1.100 kilómetros de Santiago. “ La Joya del Desierto”, fue construida por el arquitecto brasileño Oscar Niemayer -quien también hizo la capital de aquel país: Brasilia- y tiene forma de casco romano, es plana y rodeada de cerros de arena. Las calles son circulares, como anillos. En los 60 fue tomada por la compañía americana Anaconda Company. Ahí comenzaron las diferencias: oeste vs. este, americanos vs. chilenos, ejecutivos vs. mineros.

Los mineros recorrían el centro de la ciudad. Compartían en la avenida central en donde estaban los kioscos de revistas, la pulpería y los puestos de helado a un costado del “Pampa Club”. Aquel club al que sólo asistían los ejecutivos americanos, los Pantoja y los Soubirón, después de un partido de golf en las canchas de arena o de una competencias de palitroques con sus hijos. Los adultos trabajaban juntos y los niños estudiaban en un misma escuela: The Staff School.

A las 8:00 a.m. Eidry y los otros cinco alumnos de segundo básico de The Staff School miraban cómo miss Storker comenzaba a resolver un ejercicio de matemáticas. Al otro lado de la ciudad Samuel operaba una arteria. En la farmacia, Adriana ordenaba la llegada de vitaminas provenientes de Santiago.

No sólo medicamentos llegaron desde Santiago, también de la capital llegaron los primeros discursos marxistas. Los mineros pasaron a ser fieles adherentes a la ala izquierdista de Chile y miraban con descontento las políticas del presidente Demócrata Cristiano, Eduardo Frei Montalva. Comenzó una confrontación no esperada. El pueblo de una de las minas de cobre más importantes para la Anaconda Company estaba en juego. Desde principios del siglo XX que esta transnacional daba origen a comunidades estadounidenses en distintos puntos del planeta. Representaban la expansión de un imperio capitalista que contradecía los ideales marxistas.

Las ideas de la extrema izquierda llevaron a que minas de todo Chile comenzaran a ser tomadas por los mineros. El Teniente y Sewell se fueron a paro causando grandes pérdidas económicas al país. El gobierno llegó a la conclusión que la FRAP (Frente de acción Popular), la CUT (Central Unitaria del Trabajador) y la Confederación Tricontinental de la Habana intentaban realizar una guerra entre distintos bandos ideológicos. Ésta consistía en levantar barricadas por más de 100 millones de escudos en las revueltas del sector. Para acabar con las tomas, se lanzó un decreto de reanudación de las faenas. Todos los centros mineros del norte(Barquitos, Chañaral, El Teniente, Potrerillos y El Salvador) fueron controlados por militares y operados por el Ministro de Defensa, Juan de Dios Carmona.
Pero en el Salvador, los planes del Ministerio de Defensa fueron interceptados vía radio por un grupo de mineros. Sabían que a medio día los militares actuarían. Rápidamente, horas antes de que aquello ocurriera los mineros se tomaron el sindicato. La lucha recién comenzaba.

El reloj marcaba la 1 p.m. cuando Samuel caminó de regreso a casa para almorzar junto a Adriana. Minutos antes él había escuchado rumores acerca de una posible huelga de los mineros. No les prestó atención. Hacía ya unos días que los militares, liderados por el jefe de la plaza, Coronel Manuel Pinochet, habían llegado a El Salvador para controlar la zona, pero nada había ocurrido.

Primera balacera y Eidry no está

Tras almorzar Samuel se fue a dormir siesta. Junto a su nana Tato, de treinta años, Adriana bordaba. Media hora más tarde, escuchó tres disparos. Se levantó y en sólo segundos apareció Samuel en la cocina:
-¡Hasta que lo lograron!- exclamó el médico levantando los brazos y frunciendo el ceño.
Él agarró su bata médica y salió de la casa. Adriana lo siguió. Al llegar a la puerta de entrada se detuvo. Samuel ya estaba dentro de su camioneta Ford F-100 listo para partir cuando, corriendo, llegó su colega, el doctor Campos.
-Voy contigo –dijo Campos.
-¡Por ningún motivo! –respondió Samuel mirándolo con sus ojos café verdosos y arrugando su amplia frente.
-¡Te acompaño! –volvió a sugerir Campos.
Ambos subieron al vehículo y en pocos minutos llegaron a lugar de los enfrentamientos: la cancha de fútbol del pueblo. Eran las 2:35 p.m. A esa misma hora, Adriana miró a Tato y dijo:
-¡me voy!
Salió a la calle. Se topó con sus tres hijos que volvían del colegio y notó que Eidry faltaba. No le causó sorpresa: sabía lo curiosa que era su hija. Caminó hacia el hospital haciendo oídos sordos a los vecinos que gritaban: “¡cuidado con las balas!”
Como la balacera se veía venir desde pasadas las dos de la tarde, dos apoderados fueron hasta la sala de Eidry y pusieron término a las clases. Los alumnos se alegraron. Todos, menos Eidry y sus amigas, Pilar Soubiron y Johanna, llegaron a sus casas. Ellas tomaron otro camino: las niñas se fueron en bicicleta.
Mientras pedaleaban, oían las sirenas de auxilios, las mismas que resonaban cuando había un accidente en la mina. No veían a nadie en las calles. Eidry les preguntó qué pasaba, pero ninguna respondió. Pedaleaban a toda velocidad por un sector que conocían a la perfección: el oeste. A diferencia del sector este, que nadie que no fuese minero recorría, en el oeste las casas eran de colores y con pequeños jardines. Además, allí la gente hablaba español, en el oeste todos hablaban inglés. Para los niños del oeste el español no existía.
Eidry pensó, my dad must be there, cuando notó la fila de aromos que se encontraban justo antes de llegar al hospital. En ese momento escuchó unos disparos y le dijo a sus dos amigas que la acompañaran para ver qué había ocurrido. Eran las 3 p.m.


Samuel y el grito

A las 2:37 p.m. Samuel llegó a la cancha de fútbol. Abrió la puerta de la camioneta. Antes de continuar su camino, dio media vuelta y giró hacia la ventanilla de la Ford F-100 y le ordenó a Campos:
-Anda al hospital. Asegúrate que cierren todas las puertas menos las del policlínico y junta a gente para donar sangre .
Campos se fue. Samuel quedó a metros de los disparos. Había polvo y se olían las bombas lacrimógenos lanzadas por los militares dentro del sindicato en donde los mineros jugaban ajedrez y bailaban cueca durante el almuerzo. Ahora, las placas de zinc con las cuales estaba construido ese galpón, eran utilizadas por los mineros como escudos anti balas: de nada servía. El calor de estos proyectiles de tamaño reducido, traspasaron la placa y penetraron sus cuerpos.
-¡Haaaa! ¡Haaa! –gritaban y lloriqueaban los mineros. Los mismos que minutos antes tiraban piedras contra las barricadas de militares que impedían la realización de la huelga.
Las piedras poco dañaron a los jóvenes militares. Ellos disparaban al suelo duro y seco que funcionaba como una cama elástica para las balas que rebotando interceptaban los cuerpos de los mineros. Olía a pólvora y el gas lacrimógeno enrojeció los ojos de Samuel.
Samuel dio uno que otro empujón y pasó entre los trabajadores. Habían dos filas enfrentadas, una de mineros y una de militares. Samuel se detuvo en el centro de ambas. Sin pensarlo, levantó las manos como señalando al cielo y mirando a los militares, con todas sus fuerzas, gritó:
-¡No disparen más…!
Samuel sabía que moriría. No sintió miedo. Adriana era lo suficientemente fuerte para, a pesar de estar embarazada, salir adelante con sus cinco hijos.

Adriana y el uniforme anti balas

A las 2:40 p.m. Adriana llegó al hospital.
-Hay que cerrar todas las puertas menos las del policlínico –le dijo Campos.
-Está bien, yo iré a preparar los sueros –respondió ella.
Una vez en su oficina y con los sueros a su lado, miró por el gran ventanal que daba hacia el sindicato. Allí vio cómo una montonera de hombres y mujeres, algunos con banderas chilenas, rodeaban a los militares y mineros.
-¡Puro Chile es tu cielo azulados, puras brisas contra la opresión…!- cantaba el pueblo. Presenciaban la lucha, como si fuese un partido de box.
En medio de toda esa montonera de gente un hombre flaco y moreno, vestido con delantal blanco, se colocó entre ambas bandas contrincantes y, entre disparos, levantó los brazos: era Samuel.
- ¡Pam! - escuchó Adriana. Inmediatamente vio caer al minero que estaba a un costado de Samuel.
-Al doctor no le pasa nada. No ve que está de blanco – comentó uno de los practicantes que acababa de entrar a su oficina.
-Seguramente, como el uniforme médico es anti balas –ironizó Adriana.
Samuel bajó las manos y gritó: “¡todos a donar sangre!” Es ese momento los disparos se detuvieron y, como si el odio hubiese desaparecido, se evitó una guerra.
-¡Hay niños y mujeres en el sindicato! –exclamaron los mineros.
Todos vociferaban y cargaban cuerpos hacia el hospital.
Samuel se dirigió al galpón y entró. Allí, en donde se habían iniciado los disturbios, poco se podía ver y el gas de las bombas lacrimógenas impedía la respiración. Sus ojos lagrimaban y no vio a nadie. Salió y quedó a pasos del capitán Alvarado(quien estaba a cargo del grupo de militares). Él agarró su pistola y se disparó en una pierna. Sólo Samuel lo vio.
¡A la casa!
Pasadas las 3 p.m. Eidry llegó, junto a sus amigas, al hospital. Apoyó su bicicleta en uno de los álamos. Le pidió a Pilar y Johanna que la esperaran. Entró por el hall central y pasó frente a la ventanilla en donde se compraban los remedios. Ahí solía instalarse su mamá. Ese día no había nadie. Caminó hacia la entrada del policlínico y llegó a la sala de practicantes. Empujó la puerta de vaivén gris y asomó la cabeza. Frente a ella su padre sujetaba con una mano la yugular de un hombre. A su lado un joven de unos 30 años yacía sobre una camilla y mientras una enfermera lo llevaba a pabellón gritaba:
-¡Mamita, Mamita!
El joven tenía el tórax abierto como un cráter. Eidry se quedó inmóvil. Sus ojos celestes brillaron y antes que pudiese recomponerse, Samuel la vio y le ordenó:
-¡Anda a la casa!¡Aquí está peligroso!
Cerca de las 3:15 p.m. Eidry, sin decir ninguna palabra, salió del policlínico camino a su casa. Corrió y agarró su bicicleta. Se subió y pedaleó como nunca antes. Sus amigas ya se habían ido. Pasó por un gran sitio vacío y al ver todo tan desolado lo primero que pensó fue: I hope no one kills my dad.
A mitad de camino, Eidry vio aproximarse a su mamá. Ella la miró fijo y sin decir ni una palabra Eidry entendió que debía de irse a su casa. Adriana se alejó y ella continuó pedaleando. Llegó a la casa, tocó el timbre y Tato la hizo entrar, sin saber que no volvería a salir durante las 48 horas siguientes.

Esta orden la da Adriana Contreras de Pantoja

Ni Samuel ni Adriana sabían bien en qué terminaría esta lucha. El hospital estaba lleno de heridos y apenas quedaba espacio para los enfermos que dos veces a la semana llegaban de Pueblo Hundido y Llanta para atenderse. Cuando eran casi las cuatro de la tarde llegaron buses provenientes de aquellas zonas.
Una vez curados los mineros provenientes de Pueblo Hundido y Llanta, Adriana telefoneó al coronel Pinochet para pedirle que retirara a los enfermos ya curados:
-Coronel, le pido que se vayan inmediatamente los mineros que ya están curados –dijo Adriana.
-¡Yo no recibo órdenes! –respondió Pinochet.
-Escriba ahí si quiere que esta orden la da Adriana Contreras de Pantoja –replicó ella.
Así fue. Sólo quedaron los mineros de El Salvador.
Pasada la media noche, el doctor Pantoja terminó de operar y bajó al subterráneo del hospital en donde estaba la morgue a realizar las autopsias de ocho muertos. A esa misma hora, Adriana lo esperaba en su cama. Había llegado a las 7 p.m. y debió contestar la serie de preguntas que sus hijos le hicieron. Ellos habían estado toda la tarde escuchando la radio Agricultura en el equipo Zenitt que tenían en el living. Entre muertos, balas, militares y mineros no entendían muy bien qué pasaba. Samuel hijo, de cuatro años de edad, preguntó:
-Mamá ¿Al papá también lo mataron?
-No, él está operando.
Los niños se durmieron pasada la media noche. Adriana sólo a la 3 a.m.
Los pasos de Samuel despertaron a Eidry. A la madrugada siguiente, la puerta se abrió y ella levantó la cabeza y lo miró diciendo:
-Creíamos que te habían matado.
Samuel no dijo nada. Se dirigió a la cocina en donde ya estaba su mujer junto con una taza de café. La bebió y se levantó para volver al hospital sin saber que aquella rutina y curaciones de guerra que realizó el día anterior, no tenían comparación con las que un año después realizaría en San Francisco, California, con los heridos llegados de Vietnam. El reloj marcaba las 7 a.m.

Travesías

Travesías
NYC

Buscar