Manhattan, Lima y San Francisco, entre otras, tienen un barrio chino. Singapur y Sudáfrica poseen un barrio hindú. Con restoranes, creación de nuevos software, prendas de vestir o juguetes para niños estos habitantes de dos potencias asiáticas se manifiestan y hacen parte de nuestras vidas.
Hoy, no se concibe la existencia del actual sistema político, social y cultura, de exportación-importación, sin estos dos gigantes asiáticos. Su crecimiento esporádico no sólo ha cambiado a sus habitantes y economías, sino que nos ha dado un giro a cada uno de nosotros que desde la distancia vemos cómo, aquello que hace 20 años se miraba cómo algo lejano, hoy aquel poder e influencia asiática nos está encaminando hacia un nuevo orden mundial.
Aquellos cambios son los que deberíamos de conocer e imitar como chilenos y latinoamericanos. Así como ambas naciones buscaron aquel crecimiento en jóvenes motivados como el hindú Sabeer Bhatia(creador de Hotmail) o los miles de estudiantes chinos que van a estudiar cada año a las mejores universidades norteamericanas con el afán de retornar a su país natal y poner en práctica lo aprendido(muy diferente a lo que ocurre en nuestra región en donde muchos salen con el afán de instalarse en el extranjero y no volver).
Esa China con 1,300 millones de habitantes que compite de igual a igual con una India que, a pesar de que el crecimiento de Nueva Delhi continúa siendo mayor que el de Pekín, su política anti “baby booms”, los beneficia al tiempo que los condena frente a India que demuestra cómo, gracias a la mejor atención médica, condiciones higiénicas y aumento de los niveles de vida, de a poco cada uno de sus habitantes le pisa los talones a los chinos.
Nosotros, ¿Con quién, realmente, competimos? Debemos de encontrar nuevas formas de competir con nosotros mismo, nuevas formas de superarnos cada día a través de lo tan mencionado por todos, la innovación y tecnología, tal como lo hace hoy India y China.
La revolución de la producción de bienes y manufacturas, de los “productos desechables” que en los 70 estaban bajo la mano de Japón, en los 80 de Taiwán y pasados los 90 a cargo de China, han otorgado el primer salto hacia la estabilidad y lucha por un nuevo equilibrio mundial. ¿Por qué no fuimos nosotros los creador de los “productos desechables” del 2000, habiendo crecido al doble que el promedio mundial desde 1987 a 1997?
Los “call centers” hindúes han sido un motor de desarrollo para miles de hijos de campesinos o ciudadanos de Nueva Delhi que están entrando, por primera vez, al mundo laboral con un bagaje cultural e intelectual más amplio. La conectividad y el aumento de la enseñanza está posicionando a India como líder en tecnologías e innovación y aquel “gigante industrial” que menciona el historiador Paul Kennedy hoy lo podemos llamar: “gigante virtual” al ser India líder de programación y producción de software. India se alejó de los mercados mundiales para proteger sus industrias nacionales a fines de los 80, en el 2000 India vuelve a incorporar con sus ya desarrolladas tecnologías e institutos de ingenieros, demostrando que al abrir, nuevamente, sus fronteras India, invierte en educación y tecnología y hoy es un líder en la región.
Chile vive hoy un boom de centros de educación técnica que poseen características similares a las de los grandes centros de innovación y tecnología que nacieron en India después de los 90. ¿Podremos, nosotros como jóvenes, ser los nuevos hindúes de América Latina?
Por último debemos estar atentos a las palabras dichas el 2005 en su visita a India por el primer ministro chino Wen Jabao: “la cooperación es como dos pagodas, una de hardware y otra de software. Combinados, podemos ser líderes en el mundo. (...) Cuando llegue ese día, significará el advenimiento del siglo de Asia en la industria de tecnologías de la información” y comprender que más que una competencia hay un equilibrio posible y veraz entre ambas naciones bajo la voz de su par hindú Manmohan Singh cuando afirma: “juntos, India y China podemos reconfigurar el orden mundial”.
Sólo al entender la profunda transformación de estos dos países, al mirar los dos sistemas distintos que posee China y alabar cómo se complementan y al magnificar la importancia del capital humano exportado por India, podremos entender cómo no es necesario ser un país desarrollado para comenzar a liderar y entrar a occidente par crear negocios. Ver la configuración de una comunidad nacionalista y de influencia(sea India o China) que ha llevado a que muchos hablen del hindú o chinese cuarter no sólo como otro barrio más, sino que como una pequeña representación de países que son escuchados, aclamados y criticados, pero más que nada, temidos por no saber a ciencia cierta hasta dónde van a llegar.
Nosotros debemos de ser los chinos e hindúes de América Latina y lograr penetrar nuevos mercados y mundos sin importar cuánto de desarrollados seamos, porque mientras antes comencemos a hacerlo, antes saldremos de ese subdesarrollo que tantas veces nos ha acortado la mira.